martes, 7 de febrero de 2012

Jazz de media noche



La ciudad se vuelve melancolía
bajo la lluvia que empapa el alma
de los que, de amor han sufrido.

Unas notas tristes
dejan de sonar porque dañan
la sensibilidad de quienes aman
y no quieren recordar.

Bares, prostitutas, alcohol y vicios
que consumen el alma humana
a través de los pecados, que condenan
y alivian a la carne.

El dolor sigue ahí,
no se ira y dolerá como una espina
clavada en los recuerdos,
que se refugian en la bebida.

La música se transforma en gritos
apagados de seres en sufrimiento,
que piden iniciar su tormento,
para así tener la esperanza
de que algún día termine.

Jazz de ciudad,
                        de dolientes.
Así es el jazz de medianoche...

El trapecista


La función ha comenzado hace rato, el publico
atento aplaude al terminar cada acto.
Pasar del asombro a la risa, magos, domadores, 
payasos, bailarines dan lo mejor de si.

El ultimo acto.

Trapecistas que vuelan en el aire y retan a la muerte,
así lo anuncia el maestro de ceremonias.
Y tenía razón.

Verlos volar dejaba asombrados a las personas
una,
dos,
tres,
cuatro... vueltas en el aire.

Hasta que de pronto sucedió.

No hubo tiempo de gritar, solo el silencio,
seguido del sonido de huesos romperse.
Sangre y asombro.

No hay aplausos, solo dolor
mientras se corre en busca de auxilio.
Pero ya nada se puede hacer.
Llanto y gritos.
Policías y artistas brindando una extraña función.
La muerte aplaude este acto
mira desde la primera fila, invitada VIP.

Yo lo vi todo, el quería morir.

Lo observe en sus ojos mientras caía.