sábado, 15 de noviembre de 2014

No esperes...

No esperes nada de nadie...
porque nunca llegara.

No esperes esas promesas hechas en el pasado...
porque ya se rompieron desde que las hicieron.

No esperes que las cosas te sean regaladas...
porque te han de costar con sangre.

No esperes la alegría de la vida...
porque puede llegar o huir inesperadamente.

No esperes levantarte cuando te caigas...
porque volverás a caerte.

No esperes cumplir tus metas de la vida...
porque no siempre han de realizarse.

No esperes cosas que crees merecer...
porque no siempre son para ti.

No esperes a que las cosas cambien...
porque pueden empeorar.

No esperes que el amor toque a tu puerta...
te va a costar buscarlo.

No esperes a la muerte...
porque temerle no evitara que venga por ti.


No esperes... 

Suicidas

Un corte tentativo sobre la piel,
luego vienen mas y el valor hace presencia,
con fuerza se desgarran las venas y tendones
para dar paso al inicio del final.

El viento balancea un cuerpo sin vida,
cuelga del puente con una soga al cuello,
con la lengua por fuera se burla de ellos
como un chiste macabro.

Olor a pólvora y sangre,
convulsiones y perdida de la conciencia.
Plomo alojado en el cerebro y líquido hemático
afuera del cuerpo que alguna vez tuvo vida.

Un cuerpo estampado contra el piso
revela a los forenses que no podemos volar,
la mancha de sangre es grande, así como la pena
que nos invita a saltar y sin poder volar
caemos, cerramos los ojos y morimos.

Suicidas
eso es lo que fuimos, somos y seremos,
así es como han de recordarnos.
Causantes de dolor y penas.

La sangre es nuestra tinta favorita
porque con ella escribimos nuestros epitafios,
mismos que nunca se borraran y marcaran
el alma de quienes nos amaron y odiaron.