domingo, 26 de diciembre de 2010

La verdad del condenado

Condenado a morir.
Ese fue el veredicto del jurado, basado en la fe.
El juez duro e implacable con fama de cruel
ha sentido lastima por mi, lo veo en su corazón.

No hubo objeción alguna esta vez,
la muerte es para aquellos que en lo prohibido
buscan la verdad.
La que se oculta en el corazón de los hombres
para que no se haga mal uso de ella.
Se plasma en libros, mismos que son quemados
acusados de herejía.

La sentencia dicta.
Aquel que tenga la verdad debe morir,
porque existe el miedo de volver a reformar el mundo.
La fe se pone en riesgo y los templos tiemblan,
temen caer y perder la riqueza que en su nombre
han acumulado.

La verdad puede parar los ríos de sangre,
callar a los muertos milenarios que claman justicia,
con ello crear la paz en el mundo y se felices.

Pero la maldad del hombre puede más,
su juicio se nubla por el poder y la codicia, el oro
es el excremento del infierno que atrae
hasta el mas santo y envenena su alma,
como a mi.

La nueva cicuta es la palabra del hombre
que condena la verdad
y ejecuta sin piedad a su poseedor.

Así he sido condenado
a lavar con mi sangre mis pecados,
un ultimo pecado para salvar mi honor
y condenar mi alma, que las puertas del cielo
se cierren sobre mi.

La sangre de mis muñecas cae al piso
y mancha las tumbas de los sabios, ellos
que lloran por mi partida, claman justicia
pero nadie los escucha, por eso cantan a coro
esperándome en las puertas del infierno.

El suicidio se convierte en un espectáculo,
el publico aclama mi sangre y olvida la verdad,
porque temen.
Dale pan y circo a Roma. Y estarán contentos.

Mi vida se va,
volteo a ver a mi juez, a mi verdugo
y veo lastima en sus ojos, lloran,
porque la verdad también los ha tocado
y por miedo nunca dieron ese paso.

Que triste se ha convertido el mundo,
uno ajeno a la verdad. Pero todo ha de cambiar.
Mi última obra esta escrita con mi sangre
y se que ellos la revelaran a costa de mi vida.
Porque así debe ser.

1 comentario:

EAQS dijo...

La verdad es clara, solo la muerte es real y el silencio nuestra realidad